OBRA: Las Meninas de Velázquez
(1599-1660)
CORRIENTE: Realismo
(Barroco)
ESPACIO: Tridimensional
cerrado.
COLORES: Cálidos.
TEMA: Representa a una princesa
de la corte española. Hay gran complejidad en la composición. Traduce la luz
reflejada para dar la impresión de color.
Las Meninas. La pintura da la impresión de estar ejecutada con una
minuciosidad realista, pero cuando miramos una sección de ella, descubrimos que
no es así. Estamos frente a un nuevo tipo de visión realista. En contraposición
a van Eyck, que hubiese pintado cada cabello en forma individual, Velázquez no
pinta una sola guedeja, ni siquiera una masa definible. Velázquez no pinta el
cabello; pinta la luz que refleja en la retina de su ojo una substancia que
resulta ser cabello. Traduce esta luz reflejada a tonos pigmentados, dándonos
solamente la impresión del color, de la textura y de la forma de la cabellera
en términos de luz. En el otro lado del rostro, la línea divisoria entre la mejilla
y el pelo es tan ligera que no puede ser determinada con precisión en algunas
de sus partes –pero, nuevamente, nosotros la suplimos. Velázquez pinta la luz
reflejada por un objeto a través de la distancia entre él y el objeto; no pinta
lo que la imaginación o la inspección minuciosa le dicen que está ahí. Si hubiese
estado pintando la ciudad que aparece en el fondo del cuadro de Van Eyck, la
habría pintado con borrones y manchas, que es todo lo que el ojo puede ver de
una ciudad a tal distancia. La belleza del realismo de Velázquez está en su consistencia.
En sus cuadros, los objetos, a medida que se retraen a la distancia, van
perdiendo su precisión, y, a medida que se acercan al primer plano, más
acusadamente se definen; cada brochazo, cada tono, cada modulación del color está
en perfecta relación –como un reflejo de luz– con todo lo demás.
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